El legado de Billie Jean King
La grandeza de la exjugadora estadounidense y presidente fundadora de la WTA va más allá de sus 39 títulos de Grand Slam, destaca por su activismo social fuera de las canchas
Cuatro cabezas piensan mejor que una. Esto es Revés Cruzado.
El newsletter que aspira a ser la opción idónea para leer sobre tenis en México.
Les damos la bienvenida a la conjunción de ideas unidas por un mismo fin: la pasión de escribir respecto a este arte conformado por la destreza de unas raquetas y una pelota.
Están invitados a unirse y conocer los temas que mejor aportan al enfoque sustancioso dentro y fuera de una cancha de tenis. La óptica cultural artística está garantizada en este viaje, al igual que la relevancia del circuito femenil y el atrevimiento de la opinión editorial.
Somos Saúl Gómez, Valentina Tobón, Adrián Arroyo y Ariel Hernández.
El legado de Billie Jean King
Por Adrián Arroyo
Tw: @adrianarroyogtz, IG: cabezadetenis.web y adrianarroyo
Billie Jean King jugando el Us Open en 1974, Vía Delphia/TENNIS Magazine
Recuerdo que la primera vez que escuché hablar de Billie Jean King fue en 2019 durante la narración de un partido de tenis. No tengo muy claro que partido era, sin embargo, sí recuerdo que durante la transmisión la mencionaron en diversas ocasiones y comentaron de la gran amistad que tenía con Elton John. En ese momento recién se estrenaba la biopic de Elton y me interesó mucho la conexión, sobre todo al escuchar de Elton, artista que escucho y admiro desde mi infancia. Googlee a los dos para conocer más acerca de su relación y encontré un artículo que contaba la historia detrás de Philadelphia Freedom, canción que el Rocketman compuso para Billie en febrero de 1975.
Tiempo después, cuando comencé a publicar en la cuenta de Instagram de cabezadetenis.web encontré su conexión con el tenis mexicano, pues en 1961 la mexicana Yolanda Ramírez, siendo la sexta mejor jugadora ranqueada del mundo, vencería a King en la primera ronda de Wimbledon. Ese mismo año, King ganaría en dobles su primer GS junto con Karen Hantze. Después conseguiría 39 títulos de Grand Slams, entre individuales, dobles y dobles mixtos.
BJK aparecería nuevamente y se me ocurriría la idea de contar la historia detrás de la canción de Elton John en otra publicación de cabezadetenis.web: en 1974, BJK decidió participar como coach y al mismo tiempo jugar en la liga de tenis estadounidense World Team Tennis (WTT) con el equipo que nombró los Philadaphia Freedoms. Durante ese tiempo, Elton se volvería un gran fan e iría constantemente a ver los partidos. Tiempo después, escribiría la canción Philadelphia Freedom como un homenaje a Billie y para que el equipo la utilizara como himno en todos sus partidos.
Este sería el principio de mi admiración por Billie Jean King, tiempo después investigaría todo de ella y decidiría comprar su autobiografía: All In, para terminar de conocerla como jugadora, ser humano y darme cuenta que: Billie Jean King es el tenis. Y, no solo eso, ella ha trascendido el deporte por su valiente defensa de la igualdad, la inclusión y la justicia social. Su trabajo como activista ha inspirado a personas de todo el mundo a desafiar las normas sociales y a luchar por una sociedad equitativa e inclusiva.
El tenis
Billie Jean comenzaría a jugar tenis a los 11 años y encontraría en el deporte un amor que ha perdurado hasta la fecha, ya que se le sigue viendo frecuentemente jugando de forma recreativa. Sin embargo, su camino no fue sencillo, a pesar de que siempre tuvo un talento nato, tuvo que abandonar sus estudios en diversas ocasiones por la falta de apoyos y becas universitarias hacia las mujeres. Finalmente, decidiría dedicarse por completo a su carrera profesional en 1964. Se mudaría a Australia, donde el tenis tenía mayor equidad para entrenarse con Merv Rose y jugar de manera continua con leyendas como Margaret Court, Rod Laver y John Newcombe. Ganaría su primer Grand Slam en individuales en 1966 al enfrentar a María Bueno y lograría ganar los 4 grandes al menos una vez consagrando una carrera pletórica con 12 títulos individuales y 27 títulos entre dobles y dobles mixtos.
WTA
En 1970, junto con las “Orginal 9”, cofundó el Circuito Virginia Slims, que más tarde se convertiría en la Asociación de Tenis Femenino (WTA), buscando promover el tenis profesional femenino y luchando por la igualdad salarial. En 1972, brindó su testimonio frente al congreso en el capitolio estadounidense, el cual garantizó la aprobación del Título IX de la ley federal que terminaría la discriminación sexual en las escuelas públicas y privadas en programas escolares y deportivos.
En 1973 ocurriría la conocida “Batalla de los sexos”. BJK fue la mejor jugadora del ranking durante 5 años consecutivos, mientras que Bobby Rigs, exjugador profesional aseguró que el juego de las mujeres era inferior y la retó a intentar vencerlo a sus 55 años. Billie ganaría por 6-4, 6-3 y 6-3. Apenas terminó el partido, el mencionó que “la había subestimado”. La historia quedaría plasmada en la pantalla grande con la película de 2017 “La batalla de los sexos” protagonizada por Emma Stone y Steve Carrell.
Ese mismo año, a partir de una amenaza en conjunto para no jugar el US Open junto con más jugadoras, Billie Jean King logró que el US Open se convirtiera en el primer Grand Slam en pagar el mismo prize money a los campeones en las ramas femenil y varonil. Durante este mes, la WTA celebra 50 años desde su fundación en 1973. A través de diversas campañas se ha dado a conocer la historia de su fundación con la voz de Billie. “Tenemos que seguir avanzando, somos el deporte mundial líder para mujeres. No creo que la gente hable de eso lo suficiente”. Mencionó en una entrevista reciente. Y es que la lucha continua, pues aún existe una disparidad en el resto de los torneos profesionales que no pertenecen a la categoría de Grand Slams.
Activismo e inclusión LGBTTTIQ+
Es muy fácil ser un campeón retirado en el tenis, únicamente hay que aparecer en los Grand Slams de vez en cuando para recaudar fondos y jugar alguna exhibición. No obstante, la labor que ha hecho Billie Jean King es admirable, utilizando su plataforma para promover la visibilidad, aceptación e igualdad de la comunidad LGBTTTIQ+. En 2006 fundó la Billie Jean King Leadership Initiative, una organización sin fines de lucro creada para promover la diversidad, equidad y la inclusión. En 2009, su inquebrantable compromiso le valió la Medalla Presidencial de La Libertad, concedida por el presidente Barack Obama. Su activismo y búsqueda de inclusión ha tenido un profundo impacto en atletas, inspirándoles a luchar por sus derechos.
El legado de Billie Jean King trascendió el deporte cuando decidió que pasaría su vida luchando por la igualdad de derechos y oportunidades para todos. Como señaló en su autobiografía: “Sabía que si era lo suficientemente buena para ser la mejor jugadora del mundo, debía utilizar al tenis como plataforma para tratar de buscar la inclusión a través del deporte”. Su mensaje es claro, al mostrarnos, a través de su ejemplo, hacia donde debe de dirigirse el tenis cuando ella no esté. El mundo necesita deportistas y sobre todo seres humanos como Billie, personas que luchen por un bien común. Este año el afiche oficial del Us Open lleva la imagen de la Billie Jean King, conmemorando la vida de la primera deportista que dedicó su vida al activismo social.
Guillermo Vilas: escribiendo y golpeando
Por Ariel Hernández
IG: arielherandezc y cabezadetenis.web
De bote pronto, escuchar el nombre “Guillermo Vilas”, haría a cualquier fanático del tenis recordar a uno de los mejores jugadores en la historia de la Argentina y de Latinoamérica. Haría recordar una de las mejores temporadas de todos los tiempos en 1977: ganando 130 partidos, con los cuales conquistó 16 torneos y un Grand Prix, hoy equivalente a un Masters 1000, en el mismo año, ganando al menos 1 torneo de la ATP en 4 diferentes continentes en un mismo año: América (Norte y Sur), África, Asia y Europa (todos estos son récords que el sudamericano mantiene de forma vigente). También, en el ’77, se llevaría 2 de los 4 majors: el Roland Garros y el US Open. De igual manera, uno reconocería a “Guillermo ‘Willy’ Vilas” como sinónimo del primer “tweener” registrado en la historia o, como muchos hispanohablantes lo conocemos, una “Gran Willy”: el mítico swing de la raqueta entre las piernas para golpear la pelota de espaldas a la red.
Dicho lo anterior, es común que pocas personas reconozcan en Vilas a alguien que no solo fue un atleta de alto rendimiento, sino también un artista: músico y poeta. Durante su vida, Vilas llegó a experimentar una faceta creativa y, al igual que en el deporte que lo vio convertirse en leyenda, no reparó en esfuerzos y dio su todo para materializar su visión y, lo más importante, no quedarse con las ganas. Con una pinta entre rockstar y tenista, con el pelo largo que podría considerarse transgresor dentro de una Argentina gobernada bajo una dictadura y también en un deporte tan formalista como el tenis, el marplatense aprovecharía sus viajes de torneo en torneo para comprar álbumes de artistas como Kraftwerk y Jimi Hendrix, así como para acudir a conciertos y festivales como los Rolling Stones en Hyde Park y Woodstock.
Confesando haber escrito su primera canción a los 17 años, a Vilas siempre se le dio la prosa. En 1975 publicaría su primer libro de poemas: 125; y en 1981, su segundo: Cosecha de Cuatro. En este último trabajo impreso, encontramos un prólogo realizado por Luis Alberto “el Flaco” Spinetta, uno de los más grandes músicos (si no es que el más grande) en la historia del país albiceleste, precursor del rock en la región, y cuyo talento para escribir y componer música no tiene comparación. Los dos se conocerían en un concierto de Pescado Rabioso en su natal Mar de Plata y formarían una larga y profunda amistad. Guillermo incluso se convertiría en padrino del primogénito del Flaco, Dante. Durante esas fechas, el de la raqueta se esforzaría por conseguir a Spinetta un espacio para grabar música en Los Ángeles y Nueva York. De esta manera nacería Only Love Can Sustain, único LP en inglés de Luis Alberto. Curiosamente, Guillermo llegaría a cantar y tendría créditos en la canción ‘Children of the Bells’.
Si bien escribir se le daba de manera natural y era una pasión que podía realizar durante sus tiempos libres mientras competía en el circuito masculino de tenis, la música demandaría más de él. A pesar de que tocaba guitarra de manera habitual, no fue hasta que se retiraría del tenis profesional que tendría el tiempo para dedicarse a grabar música. Con su primer álbum Mil Nueve Noventa, introduciendo el género eurohouse al cono sur del continente, Vilas por fin daría a conocer 5 años de trabajo. Gracias a que la gente realmente no esperaba mucho del marplatense, este decidió probar diferentes estilos y formaría un grupo de rock llamado “Dr. Silva”, con quien también publicaría un disco de este género. Su último trabajo musical lo publicaría como solista.
De manera discreta, pero muy honesta, Willy Vilas recorrió su aventura musical sin recibir mucho reconocimiento. No obstante, en sus presentaciones en vivo la gente siempre le expresó su cariño y lo arropó. Sin generar la música más influyente del momento ni llenar estadios, Vilas disfrutó cada momento de esta faceta suya y, en la opinión de este autor, esto habrá sido lo más importante.
Recuperemos el Tenis Vintage
Por Saúl Gómez
Spotify: Tennisletter
El pasto sagrado del All England Club moldea actuaciones que tienen un lugar asegurado en la historia de Wimbledon. La superficie que da marcha a memorias de una forma de juego que hoy en día se extraña ante una evolución irreversible del tenis, basada en los peloteos largos e intensos para desarmar a tu rival desde el fondo de la cancha.
Björn Borg, Pete Sampras, John McEnroe, Jimmy Connors, Boris Becker y un Goran Ivanisevic, son cómplices de la nostalgia que los invade cuando observan que el Big 3 se ha adueñado del tercer Grand Slam de la temporada en los últimos 20 años, los mayores detractores del casi extinto saque y volea.
La astucia de hacer un servicio que haga daño, para inmediatamente subir a la red y terminar el punto es una ideología de juego que se ha perdido en tiempos recientes. Pocos son los simpatizantes que todavía emplean una destreza físico-técnica para mantener esa esencia que predominó en la década de los años 70 hasta los 90.
Feliciano López en el último baile de su carrera profesional, Jan-Lennard Struff, Maxime Cressy, enorgullecen por tiempo completo a sus ancestros tenísticos al ver que esa magia perdura en unas cuantas raquetas vintage del circuito. Aunque lejos estén de unírseles a los verdaderos aspirantes; aunque la intención es lo que cuentan, dicen.
Los cinco títulos consecutivos de Borg, las tres coronas del disruptivo McEnroe, la irrupción mundial de un joven Becker en Inglaterra, la perfección como el mejor exponente de ese estilo con Sampras y un revitalizado Ivanisevic gracias a un wildcard son los recuerdos que resaltan en la historia de Wimbledon y –en el considerado hoy en día- el anticuado estilo de saque y volea.
Batallas de cinco sets de tres horas -una duración menor a las de la actualidad – como la final de 2001, acompañadas de una afición extraída de un estadio de fútbol entre dos nacionales; el espectáculo garantizado de un sin vergüenza –en el mejor sentido de la palabra- como McEnroe y el dominio supremo de la hierba por un Sampras ovacionado por todos, son sucesos que van entrelazados entre la superficie y la definición de puntos de no más de cinco golpes. Eran buenos tiempos, sin duda.